"La mujer es digno manjar de los Dioses, cuando no lo guisa el Diablo." Oh, terrible placer; maldito sea el día en que nació, maldito sea el día que su alma sumida en la oscuridad tomó la belleza más pedestre y oscura que pueda existir. Dichoso sea el hombre que soporte la tentación, dichoso aquel que de sus labios haya probado la muerte como manjar. Nadie pensaría que el gran Sebastian Michaelis se obsesionara con un alma que no sea la de su amo. Su alma, su cuerpo y su conciencia; el codicioso demonio anhela inquieto eso y más. ¡Que las máscaras caigan! ¡Mostradnos la verdadera figura de la oscuridad! Con simples palabras, un demonio en el cuerpo de un ser humano. "Conocí el amor, me enamoré, sufrí, viví y así mismo morí en vida, el amor solamente es pulso que haces que te aferres a que no puedas parar" Y tan frívola como siempre, ella no acepta un sentimiento que nunca creyó, haciendo de esto una relación insana. ¡Que la sangre corra! ¡Que las almas fluyan! Su destino no es amar, sino odiar y matar. Deseos carnales y pecados complacidos, unidos con conveniencia, el temor y la obsesión unidos de la mano, buscando a quien ahogar en su mar sangriento y deletéreo.