Zoe y Axel son polos opuestos y, a la vez, muy similares.
A él le encantan las matemáticas; ella las odia.
Él es reflexivo; ella le da muy pocas vueltas a las cosas.
A él no le gusta el chocolate; a ella no le importaría alimentarse de por vida a base de dulces.
Los dos sienten que no encajan, los dos agradecen el silencio y los dos desconocen lo que uno siente cuando se enamora.
Aunque quizá el punto de unión más importante entre ambos es que los dos están a punto de averiguarlo.
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Zoe tenía un plan ideal para el verano: sus días se iban a resumir en comer, dormir y ver series. Nada de estudiar, nada de trabajar y, por supuesto, nada de conocer gente nueva.
Sin embargo, su plan se ve frustrado cuando descubre que ha suspendido la asignatura que más odia y que tendrá que repetir el último examen al final del verano. Y, por si eso no fuera poco, por culpa de un chico insoportable acaba aceptando un puesto de trabajo como camarera en la cafetería donde él también trabaja.
En un principio, la situación le parece un desastre; es todo lo contrario a lo que ella buscaba, pero, al fin y al cabo, lo que importa no es lo que uno busca, sino lo que encuentra.
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Tercer libro de la saga Amores Platónicos, aunque se puede leer de manera independiente, es decir que NO NECESITÁIS HABER LEÍDO NINGUN OTRO LIBRO PARA ENTENDER ESTE.
Destacada del mes en Novela Juvenil 08/2021
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