Cógetela, como quieras, donde quieras
cuando quieran; déjense marcas: rasguños en la espalda,
nalgas rojas, chupetes en el cuello,
sexos lastimados, muñecas marcadas, cuellos apretujados, labios sangrados.
¡Cómo quieras!, tú ya la conoces,
sabes lo que sí, y lo que no; sus límites,
fantasías y deseos; sean tan sucios como les gusta.
Cógetela...
cógetela, después hazle el amor;
quédate un momento,o toda la noche,
dentro de ella;no la saques,
sientela, mira como se recupera,
inhala su respiración,
observa cómo tu mujer resucita,
poco a poco, lentamente.
Sus mejillas están coloradas,
los puntitos de sudor de la nariz resbalan;
descúbrele los cabellos, que apegados tiene en el cuello, y en la cara.
Sóbale su pecho agitado, y acariciala con el dorso de la mano. Lámele en donde dejaste marcas, dejándole en ellas besos ligeros.
Ahora salte de ella, poco a poco,
suavemente, está recién cogida,
por su hombre.
Siente como su carne se va cerrando,
tras el paso de tu sexo ya flácido;
siente la mezcla de sus corridas,
sus eyaculaciones.
Salte de ella como la persona
que saca la daga de alguien que
ha matado sin intención;
con ese miedo, con esa intriga,
aunque antes le diste muy duro,
este momento debe ser muy delicado,
muy íntimo, con sutileza.
Tal vez esté un poco lastimada,
tal vez tiemble, o tenga otro pequeño orgasmo, una leve contracción, un último suspiro de vida; con ese cuidado irónico de sacar esa navaja para no lastimar a alguien
que ya murió, y es que ella murió;
"El orgasmo es lo más cercano a la muerte", la mataste, y a penas tu diosa recién cogida está resucitando, le saldrán flujos en abundancia, déjala así,
con todo tu ser dentro,
con toda tu alma adentro.
Arrópala, ponle una manta fresca en su débil cuerpo,recuerda que acaba de despertar de la muerte;cuídala,
protégela. Una vez afuera, acariciala suave, palpale con delicadeza,
y si quieres hasta un beso le .
Huelela, sientela, y nunca, nunca,
nunca, la dejes de amarAll Rights Reserved