Ser héroe. Un frágil sueño. Un anhelo, muerto antes de respirar por vez primera. Ser quirkless, esa es la realidad de Izuku Midoriya; desamparado en un mundo que vanagloria las peculiaridades. Hijo único de Inko y Hisashi Midoriya. Único, último engendro de una tragedia sin nombre. Olor pesado de fármacos desinfectados, hedor enfermizo de muerte; botellas de vidrio que se quiebran contra el suelo, líquido nauseabundo que se derrama y gotea, frío y almizclado. Ojos esmeralda que contemplan un horrido cielo nebuloso, secos y ya carentes de lágrimas. Finalmente, el suave y gélido sabor del ozono que descansa entre sus labios resquebrajados. Quizás sea sangre, en realidad. Quizás, solo se trata de un amargo sueño que está pronto a terminar. Esta historia abarca y se centra en un único concepto, por el cual va a girar hasta el inevitable final que profesa. ¿Que sucede cuando el milagro nace en las sangrantes manos de un ser roto hace mucho tiempo? El suave y cálido toque de la esperanza; hilos de luz que, inevitablemente, mueren y se desvanecen entre las garras de la nefasta desesperanza. Izuku Midoriya, bendecido con el don de la Telequinesia: maldito por derecho de nacimiento. "Y un día, cuando te canses de los torpes avances, vas a susurrar." "Se supone que esto no debió ser así." Cristal Roto.