¿Cuántas personas hemos perdido a uno de los nuestros en medio de la pandemia y se nos ha negado el derecho a poder despedirnos, a cogerle de la mano por última vez, y mirarle a los ojos mientras le decimos lo mucho que le queremos? Este libro va dedicado a mi abuelita materna, mi segunda madre, la persona que me vio crecer y que siempre estuvo a mi lado. Una mujer excepcional y valiente que siempre andaba feliz y con una sonrisa en el rostro hasta que el tiempo se le acabó. Esta es mi pequeña forma de homenajearla y despedirla como ella se merece. Aquí ningún virus podrá impedírmelo. Pero también espero que alguien que esté pasando por este mismo duelo y lea mis cartas pueda sentirse mejor y aliviar sus penas. Conozco muy bien este dolor y sé que no se marchará jamás del corazón por las circunstancias tan duras en las que hemos tenido que afrontar la pérdida. Tan solo el tiempo podrá aliviar las heridas de algo tan natural y escalofriante como la muerte. Trataré de subir una carta al día durante un mes