Dejar como las llamas candentes y armaduras doradas, te arrebaten todo lo que has amado, es doloroso. Solo sientes los sollozos de dos almas, que se aferran temblorosamente a ambas manos que ven aquel triste escenario. Mamá los protegerán, porque no dejaré que ni los mismos demonios que habitan estas paredes los toquen, hasta que de mi último respiro. Dos crías de tigres entran a la cueva de las bestias doradas, acechantes y tenebrosas. Las crías de ojos perla y ámbar, de pelaje teñido y de origen repudiado, caminan seguras bajo la sombra de una abominable bestia capaz de destruir un imperio. Ellos caminan a salvo... Siempre y cuando sigan escondiéndose. "Tengan cuidado con desear con lo que no es de uno" - dice la bestia Aunque las palabras llegan tarde, puesto que el tigre de ojos ámbar se perdió entre la aromática esencia de las rosas blancas y la danza de un canario enjaulado. "Por qué puede que tus acciones te lleven a las dolorosas penurias del dolor" - dice mamá.