Perdido en mi memoria. ©

La vida de Andrés parecía ir por buen camino hasta que recibió la noticia de que sufría de Alzheimer de temprana edad.
Con tan solo 17 años, el joven se enfrentaba a una batalla que parecía imposible de ganar. Su familia, al enterarse de la noticia, se desmoronó por completo.
La madre de Andrés, quien había sido siempre una mujer fuerte y decidida, se sentía impotente ante la situación de su hijo. Su padre, por su parte, luchaba por encontrar la manera de pagar el costoso tratamiento que Andrés necesitaba.

Ante la falta de opciones en su país de origen, la familia decidió que la mejor opción era mudarse a otro país para que Andrés pudiera recibir el tratamiento adecuado. Esto significó dejar atrás su hogar, sus amigos y todo lo que conocían. La familia se enfrentó a numerosos desafíos en su nuevo hogar: la barrera del idioma, la adaptación a una cultura diferente y la dificultad de encontrar trabajo y una vivienda adecuada.

Mientras tanto, Andrés luchaba por mantener la calma ante la incertidumbre del futuro. A pesar de su juventud, sabía que su vida ya no sería como la había imaginado. A veces se sentía perdido y solo, pero sabía que su familia estaba a su lado y que juntos encontrarían una manera de superar los obstáculos que se les presentaban.