No puedo pensar en que exista el Demonio o Dios, aunque haya llorado en el Cielo y en el mismísimo Infierno sonreído de felicidad. He experimentado la sangre de otros sobre mis manos, en mis colmillos, manchando mis alas, solo por poder vivir y seguir junto a él. El Infierno fue estar sin ella, mientras ella lloraba en el Paraíso. Mi Cielo fue cada vez que la tuve cerca y la podía ver y tocar con mis propias manos. La sangre de todas las muertes que he probado corre por mis venas, intentando destruirme con cada latido que da mi corazón. Porque... La oscuridad es como la luz y el dolor se siente como el placer, cuando estoy entre tus brazos.