El camino está destinado a ser difícil, pero siempre, al final de él, hay algo muy bueno preparado para todos. Solo hay que mantener la mente y los ojos muy abiertos, para evitar caer en el abismo antes de llegar a nuestra verdadera parada. Debemos extraer únicamente lo bueno y emocionante del viaje. Las experiencias, las enseñanzas, las emociones positivas... Todo aquello que nos ayude a prepararnos para llegar. Porque sí, el transcurso puede ser difícil, a veces casi imposible, pero si no te rindes y persistes hasta el final, lograrás encontrar ese lugar que está dedicado justamente para ti. Confía en el viaje.
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