A pesar de estar juntos más de cincuenta años, Gabriel y Dean sabían muy poco sobre el pasado de Khristopher, muchos de los datos encontrados por Sam en internet eran una fachada para mantener su perfil actualizado, sabían a ciencia cierta que tenía tres hermanos, casi seiscientos años, de una vida de mil, y que era líder de su propio clan. Pero, aparte de eso, ¿Quién fue el príncipe vampiro antes de conocerlos? ¿Qué otros países visitó antes de instalarse allí? ¿Qué hizo durante la travesía? Era un completo misterio. La cosa empeoró, cuando una pieza de ese pasado fue revelada de forma casual, por un demonio impertinente, que tuvo al posesivo lobo de Gabriel deseoso de cortar cabezas. Ahora, o Khristopher hablaba, o él lo apartaría por el resto de sus días, que serían muchos, considerando que él era un joven lobo que apenas surcaba los ochenta años. Dean no tiene el mismo conflicto, él vive en el presente, aún así, también se interesa por conocer la existencia anterior de su mate, sus experiencias con otros seres paranormales con quienes se topó, y secretamente, también ansiaba por saber sobre sus antiguos amores, que lo moldearon a ser el hombre valiente, dulce y feroz que tanto amaban.
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