A mis dieciséis años estaba segura de que era una adolescente tradicional: aburrida. Apática por conveniencia e ilusa por convicción. Una chica con muchos sueños pero con pocas ganas por realizarlos. Amaba el rock y quería llevar mi existencia en torno a ello pero mi vida estaba estancada. En 1988 Ozzy Osbourne me presentó a un joven llamado Kurt quien trataba de subsistir con su banda de rock. Aquél chico no sólo influenció mi eminente carrera musical, también le dio color a los 7 años de vida que compartí o traté de vivir cerca de él. Acá está el relato que quiero compartir con ustedes sobre el hombre que conocí sin querer y al que le dediqué una parte de mi ser llena de pasión, tristeza, dolor, amor y un sin fin de recuerdos que hoy los comparto en tu honor. Para ti, Kurt.