Quizás el problema fue que estuviera tan perdida. Aunque no físicamente porque mis pies sabían a donde ir. Quizás el problema fue la noche, porque después de todo en la oscuridad todo parecía un poco más fácil. Quizás el problema fue su mirada, que parecía observar en mis ojos lo más hermoso e interesante que nunca había tenido en frente. Quizás el problema fueron sus besos, que comenzaron siendo sólo un impulso de idiotez y terminaron provocando en mi sensaciones que jamás pude dejar ir. Quizás el problema fue ese, que desde el momento en el que lo tuve en frente todo en mi vida comenzó a ser diferente. Y cuando las cosas cambian de esa forma lo que ya tienes deja de parecer suficiente.