Los chicos y chicas de mi instituto mencionan lo que han soñado esa noche con regularidad, hablando de ello como si fueran algo cotidiano y maravilloso. Narran aventuras mágicas con seres imaginarios, monstruos que los acosan hasta que despiertan, e incluso algunos hablan sobre su "tipo de chic @ ideal" y cómo se divirtieron esa noche juntos. Todo muy normal, hasta que me preguntan qué he soñado yo, a lo que yo, Freddy, un muchacho de 18 años en su último curso de bachillerato, respondo con la mentira de "no lo recuerdo". Algo simple pero eficaz, y mucho más sencillo que tener que explicarles a todos que hace 5 años que soy incapaz de soñar.
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