Seamos realistas. A nadie le gustan los comienzos. Ni siquiera yo, diosa de la métrica, tengo palabras para describir lo asquerosamente monótonos y humillantes que son.
Empezar de cero viene a ser la tontería más absurda del mundo, es decir, tengo suficiente mierda en este sitio, entre esta gentuza, como para querer seguir desenterrando más en la otra punta del mundo.
Y no, las cosas no cambian, ni mejoran, ni se hacen más sencillas. Simplemente un día ves el mundo con otros ojos. Dejas de preocuparte por esa tontería de "ser feliz", de alcanzar metas que jamás podrás rozar con la punta de los dedos. La luna deja de parecer sencilla de capturar, por mucho que te prometan bajártela a los pies (cosa que menos mal nunca me han soltado o insinuado).
Pero sí, en fin, que me terminé enamorando de un capullo, hasta el fondo y desde el principio.
¿Acaso lo necesitabais leer?
Como si no fuese fácil deducirlo, idiotas.