Rodrigo estaba intentando ignorar el sonido, era demasiado estruendoso y aterrador. Parecía un chillido, como si alguien estuviera degollando a un cerdo, la tormenta que caía fuera de su tranquila cabaña no lograba distraerlo de aquel sonido. Intentó dormir, aunque fuera solo por un momento, pero cada vez que cerraba los ojos no dejaba de imaginarla.