Silvia Velásquez, a pesar de su corta edad, ya ha atravesado por más cambios, pérdidas y desilusiones que la mayoría de jóvenes que ha conocido; y eso ha templado su carácter, volviéndola, tal vez, un poco más cínica que antes. Ser nadie para los demás, sufrir el hambre, el abandono, el acoso, y luego pasar a vivir en la riqueza y la comodidad, le han hecho comprender varios puntos importantes de la vida y la sociedad que son imprescindibles para sobrevivir. Así que el amor no es sino un escalón más en su vida. Creyendo que éste se puede condicionar, ha perfeccionado una lista de atributos que el hombre de sus sueños debe tener. Sin embargo, él, Fernando, no cumple con ninguno de esos atributos, y es, de todos modos, con quien vivirá lo absurdo e irracional que puede llegar a ser el amor.