Anastasia era tan vainilla. Christian era chocolate. "Tú pusiste mi mundo patas arriba. Mi mundo era ordenado, calmado y controlado, y de repente tú llegaste a la vida de mi hijo y a la mía con esa alegria que te caracteriza. Me enseñaste a ver lo divertido de la vida, todo lo que había antes de ti empezó a parecer aburrido, vacío, mediocre... Ya no era nada. Tú iluminaste de color mis días, tú me enseñaste a vivir."