Llevábamos como dos horas en aquella discoteca del centro de Virginia y hacía como cuarenta minutos que un chico situado en un reservado a mi derecha no dejaba de mirarme, debería sentirme acosada pero no lo hacía, el tipo no me miraba de esa manera que tanto había visto en todos los violadores que había detenido en todos mis años de carrera. Era un hombre realmente guapo y elegante, muy elegante, como si fuera un niño rico de papá, y odio a los niños de papá, pero algo en él me atraía completamente a caer en sus brazos. Obviamente soy muy buena con mi mirada periférica, por eso él no se dio cuenta de que lo había descubierto y justo por eso se acercó a mí, vino a hablar conmigo, y sí, tardó lo suyo en decidirse a venir a hablar conmigo, y el tipo me era realmente conocido, no sabía de qué lo conocía y eso me aturdía mucho.
Llevo toda la noche mirándola en la distancia, como un maldito perturbado, pero ya no puedo aguantar más sin hablar con ella, necesito tenerla cerca, que me embriague su olor, que seguramente seguirá siendo malditamente embriagador por lo que, me levanto de la mesa y me dirijo hacia el lugar en el que está, tocando su brazo suavemente e intentando no asustarla, no quiero que salga corriendo ni tampoco que me dé uno de esos derechazos que alguna vez me llevé de niño.
León y Gabriela se conocen desde niños, él siempre la amó, ella siempre lo odió. Dejaron de verse por tantos años, que al reencontrarse casi ni se reconocieron. ¿Quién sabe si fue la noche, el alcohol, o el estar predestinados? Pero a partir de ahí sus futuros se unieron.
Tercera entrega de la serie Deudas.
Primera y Segunda parte ya a la venta en Amazon, en físico y digital, en España, Latino América y Estados Unidos, en español y en inglés.
Historia realizada desde el punto de vista de Gabriela Castillo y León Hernández.
Las fiestas, la ropa, los chicos, la fama, el dinero, la posición social y todos los demás placeres de los que puedo gozar.
A mis cortos 16 años he vivido muchas cosas, nada malas por suerte. Padres millonarios y viviendo la vida que me merezco.
Me dan todo lo que quiero en el momento que lo deseo pero eso no me detiene; entre su ''circulo social'' soy la oveja negra de la familia por mis escándalos, mis controversias y todas mis ''rebeldías'' como dice la prensa, pero yo sólo lo llamo vivir la vida al máximo, cosas que no es muy bien visto en la elite que me rodea.
Al ver a las hijas de las amistades de mis padres me muero de sueño de ver lo aburridas que son así todas con sus modales, su clase y sus gustos tan simples. Yo no soy delicada, ni conformista mucho menos normal...amo ser diferente, aunque a mis padres no les parezca aún así me miman por ser su hija única...aunque al parecer ellos tienen otro plan para mí este año...Varias veces he sido arrestada por conducir ebria, chocar uno que otro carro, arrancarle los pelos a un par de chicas y cosas así que para nada parece que vengo de una familia de clase y dinero...mi única amiga es Perrie, ella es muy conservadora e inocente, pero yo no lo soy y es la única que me comprende y me apoya en todo aunque no esté deacuerdo, ella tiene mi misma edad y nació dos días después que yo, nuestros padres son grandes empresarios muy amigos y socios en grandes negocios, a nosotras nunca nos ha interesado eso, nos conocemos desde que nacimos y es la única chica tranquila con la que puedo llevarme.
No esperen que sea una santa niña inocente viviendo en la ciudad del pecado ; Las Vegas. No le tengo miedo a los riesgos, las noches, los tequilas, el sexo y las fiestas. La diversión nocturna es lo mío.
La cosa al fin y al cabo es que una más y mis padres tomarán medidas drásticas según ellos, la verdad no creo que interfieran en nada, no serían capaces ¿o sí?