Habíamos robado el viejo falcón rojo de tu padre y conducimos juntos hasta el bosque que se encontraba a un par de kilómetros de casa, con un par de cervezas frías en el auto y cigarrillos baratos en nuestras bocas. Estábamos apoyados contra el capó del auto, yo con una lata de cerveza en mi mano y tú dejando que el humo se esfumara hasta el cielo mientras veíamos las estrellas. Lejos de la ciudad, lejos de los prejuicios que nos atormentan, lejos de todos.. ahí vemos las estrellas, ahí es en el único lugar en el que podríamos.