Diecinueve segundos. Fue el tiempo que le tomó a Diana hacer una película en su mente acerca de cómo podría acercarse a la atractiva mesera que trabajaba en la cafetería de Mihira. Podía decirle que era hermosa, guiñarle el ojo y pedir su número de teléfono anexado a la cuenta de su pedido. Empezarían a salir las tardes que ella tuviera libre. Pediría el auto de sus padres prestado para llevarla a su casa. Verían documentales religiosos que Diana detendría para discutir acerca de lo absurda que era la religión, cualquiera de ellas. Ella le contaría su vida y Diana aceptaría cualquiera que fuera su pasado. Se besarían. Pasearían por el jardín de la universidadde Targón. Asistirían a la graduación de la otra. Diana trabajaría en el bufet de su padre, ella trabajaría en lo que sea que quisiera. Comprarían un departamento en el centro de la ciudad. Tendrían un matrimonio civil. Quizás adoptarían un perro. Comprarían una casa con un amplio jardín. Adoptarían un gato. Se tatuarían el nombre de la otra. Viajarían por toda Runaterra. Vacacionarían en Jonia. Adoptarían otro perro. Vivirían felices hasta los últimos días de sus vidas. Todo eso era una posibilidad. Todo podría ser realidad. Si tan sólo su transtorno de personalidad evitativa no se interpusiera entre ella y la hermosa pelirroja que estaba atendiendo su mesa.All Rights Reserved