Nací siendo un monstruo. La crueldad corría por mis venas como veneno corría por las venas de todos los hombres Ronda, pasado de padres a hijos, una espiral interminable de monstruosidad. Un monstruo nato convertido en un monstruo aún peor por la hojilla, los puños y las duras palabras de mi padre. Me criaron para convertirme en Capo, para gobernar sin piedad, para impartir brutalidad sin pensarlo dos veces. Me criaron para romper a otros. Cuando Valentina me fue dada en matrimonio, todos esperaron conteniendo el aliento para ver qué tan rápido la rompía como mi padre rompió a sus mujeres. Cómo aplastaría su inocencia y amabilidad con la fuerza de mi crueldad. Romperla me habría costado poco esfuerzo. Me venía de forma natural. Era fácil ser el monstruo que todos temían. Hasta ella.