Cuando Sea era tan solo una niña solía decir que todos los días iba al bosque a jugar con su amigo, según ella un niño de su edad. Sus padres nunca tomaron esas palabras como ciertas ya que los niños en su infinita imaginación logran inventar y creer cualquier cosa. Para cuando cumplió los trece y su extraño amigo no se había ido de su mente decidieron llevarla a un especialista, quien después de varias sesiones decidió que Sea no vuelva al bosque. Y así, esa extraña amistad murió... o así era hasta que ese extraño amigo imaginario apareció.