–¡Ada...! ¿Qué tienes?
–¡Nada!... Pero ya sabes que no me gustan estas cosas. La idea de Valdivia de reunirnos con este señor, me parece...
–¡Calla! Nos está mirando y si como dicen es capaz de adivinar el pensamiento...
–No lo creo. Es la edición de lujo de un charlatán de feria...
Ada Montalvo apretó los labios conteniendo la sonrisa burlona que acudiera a ellos... Los ojos del hombre que era centro de la atención de todos, se habían fijado en ella; verdes, brillantes, dominadores... Ojos dotados indudablemente de un extraño poder de seducción... Y de sus labios salieron las palabras lentamente, con ese acento indeterminado, cosmopolita, del que está acostumbrado a expresarse en distintos idiomas; palabras sentenciosas pero no solemnes, sino finamente burlonas en el fondo.
–¿Quiere acercarse a la mesa la linda señorita incrédula?