Natalia Villarroel tiene 23 años recién Graduada de la Carrera de Negocios Internacionales viaja a Frankfurt junto con su hermano ya que este obtiene un nuevo trabajo como asesor de sistemas para distintas empresas, ella en busca de una aventura nueva lejos de su país acompaña a su hermano a un nuevo país con una distinta cultura, solamente el destino sabe lo que le espera en esta nueva Ciudad.
Natalia es orgullosamente Mexicana del Estado de Guadalajara tierra del Tequila y Mariachi, pero su familia materna es de origen Francés
Erik Durm jugador profesional del equipo local el Frankfurt,28 años, el jugador en busca de recuperar su nivel se enfoca al 100% en su carrera pero todo cambia en un entrenamiento cuando conoce a una Latina que lo volverá loco.
Danny Amendola jugador profesional de la NFL, después de su decepcionante relación con la Miss Universo Olivia Culpo, se quedó sin ganas de buscar el amor aún con sus 34 años, hasta que un día conoció a una chica que le volvió loco la cabeza.
Hanna Elowen tenía una vida que se movía tan rápido como ella: tochito bandera, jugadas perfectas, adrenalina pura y un futuro brillante corriendo a su lado.
Hasta que una lesión- inesperada, cruel- la detuvo de golpe.
Ahora su mundo es más pequeño.
Una silla de ruedas, muletas, una gata emperatriz llamada Nieve, maratones de Harry Potter y la sensación constante de que todo lo que fue... quedó demasiado lejos.
Ella ya no corre.
Ya no compite.
A veces, ni siquiera se atreve a sentir.
Hasta que suena el teléfono.
Es su tío Steve: Head Coach de los New England Kings, fuerza de la naturaleza, experto en gritar, llorar y amar con la misma intensidad.
Y tiene una propuesta imposible: mudarse a Nueva Inglaterra para ser su asistente.
Hanna no está lista para estadios, ni para jugadores gigantes, ni para madrugadas a las cinco de la mañana.
Pero tampoco está lista para seguir rota.
Así que acepta.
Lo que no esperaba era él.
Noah Blackford.
Quarterback estrella.
Favorito de la prensa.
La sonrisa más peligrosa de la AFC.
Y una mirada tan suave que desarma cada una de las paredes que Hanna construyó alrededor de su dolor.
Noah la ve.
Incluso cuando ella misma no sabe cómo hacerlo.
La acompaña, la cuida sin invadir, la escucha cuando su voz tiembla y le recuerda -sin decirlo- que su vida no terminó en esa cancha.
Entre sesiones tácticas, sillas de ruedas que chocan con casilleros, jerseys mal doblados, caídas torpes, atajos emocionales y un quarterback que huele a lluvia y seguridad...
Hanna empieza a descubrir algo que había olvidado: Que aún tiene corazón.
Y late fuerte.
Pero enamorarse nunca fue parte del plan.
Y sanar tampoco.
Eso es lo hermoso -y lo aterrador- de un verdadero fumble: a veces perder la jugada te lleva directo a aquello que nunca supiste que necesitabas.
Con o sin casco.
Con o sin miedo.
Con una mano temblando sobre la rodillera y otra aferrada a un quarterback que la mira como si fuera magia.