Su cuerpo no paraba de temblar, una ligera capa de sudor la envolvía junto a una terrible sensación de asfixia. Podía sentir sus nudillos adormecidos luego de haber golpeado cada adorno y recuerdo de aquel lugar que se suponía era su hogar. -Debería usted por primera vez pensar en sí misma.- recordó con claridad las palabras de su psicóloga. Fue tan claro que por un momento creyó haber retrocedido el tiempo para nuevamente encontrarse en el consultorio de psicología; más sin embargo, no había nadie más en aquel lugar. -¡No puedo hacer eso! ¡No puedo pensar solo en mí! -¿Y qué hay de ella, ministra? ¿Cree usted que es la única que está sufriendo? Todos los personajes de esta historia pertenecen a J.K Rowling.