Niebla... eso era todo lo que podían presenciar mis ojos. En cambio, mis oídos percibían gritos agonizantes, disparos y risas maliciosas. Mis manos ensangrentadas, temblaban; los nudillos me ardían, mi garganta estaba seca; mis ojos no paraban de soltar lágrimas de coraje. Necesitaba tomar iniciativa, necesitaba salir del estado inmóvil en el que me encontraba y poder luchar, luchar hasta el final sin importar nada. Un estruendo retumba en toda la ciudad. Bomba radioactiva. Era la hora, hora de levantarme ponerme mi armadura y combatir, sino miles de vidas seguirían yendo a los brazos de la oscuridad y ser consumidas por el horror. El 30 de Diciembre de 2050 era la fecha más temida de todos y aquí estábamos... viviéndola. El terror los estaba consumiendo a todos, y casi me dejo llevar también pero no esa vez. Esa vez no dejaría que me consumiera por completo a mí.