Los shorts se deslizaron por mis piernas para, finalmente aterrizar en el suelo de la habitación. Poco más tarde, le siguieron mi camiseta de Marea, mi sujetador de encaje y mi tanga negro recién estrenado. Estaba totalmente expuesta a él y no tenía ningún inconveniente. El torso desnudo y tonificado de aquel hombre acaparaba toda mi atención. Sus manos separaron suavemente mis piernas, contuve la respiración sabiendo que lo mejor estaba por llegar. Se inclinó hacia delante, su mirada abrasadora atrapó la mía durante unos segundos y sonrió. Su sonrisa provocó un soplo de aire tan cerca de mi centro del placer que un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Su cabeza se hundió entre mis piernas y sus labios acariciaron los míos. Gemí deseando que ese momento no terminara nunca.