La inocente niña que jugaba al te con sus muñecas y recogía flores de los campos, quien se sentaba por horas a ver el sol caer. El alma pura que jugaba en la calle sin saber que ya no podría regresar a casa porque alguien le había arrebatado todo lo que algún día amó. Esa dulce niña, yace en las cenizas, donde su antiguo hogar algún día se halló.