
Nada podía pararnos,eramos todo, pensé que el destino nos tenía algo preparado más que un par de sábanas enredadas alrededor de nuestros cuerpos, pero nos equivocamos. Jugué tu juego, y cuanto más quise salir más dolía, pero ahora tu juegas el mío y ruegas por piedad como si fueras un cordero inocente que merece ser salvado. Las segundas oportunidades se acabaron cuando empezaron las mentiras.All Rights Reserved