Sus instintos animales le suplicaban a gritos por una pelea, siempre era así, no había algún día que no pasara metiéndose en problemas, pero incluso el humano más fuerte no puede escapar de las fauces de la muerte. Pero aún así, recibió una nueva oportunidad para seguir peleando, ésta vez con un motivo, algo que lo movía más allá que la satisfacción personal.