Cuando Alex escuchó aquella voz quedó prendado de inmediato, era una melodía tan imposible que parecía salida de uno de sus mejores sueños, incluso creyó que algo así se podía escuchar una sola vez en la vida. Jamás se imaginó que, meses después, la dueña de aquella voz acabaría frente a el.
Olivia quería cumplir su sueño de ser cantante, y tras dar traspiés en América sin encontrar alguna opción, decidió probar suerte en Inglaterra. Tan rápido cogió la llamada de aquella disquera tomó el primer vuelo con destino a Londres. Jamás se planteó la posibilidad de que alguien la hubiera ayudado a hacerlo.
Alex fantaseaba con la idea de que, si las cosas no se hubieran dado de la forma en la que se dieron, quizá hubiera podido cambiar el curso de la historia, pero bien sabía que no era así.
Una vez conocías a Olivia era imposible olvidarse de ella, como un perfume adherido a la ropa, como un magnetismo que se acerca a tí sin importar cuánto te alejes. Olivia resultaba cautivadora para todas las personas a su alrededor, y su sonrisa se quedaba en tu alma como una fotografía a matices sepia. Quizá por la juventud de su espíritu , quizá por sus ojos llenos de historia, o quizá porque era tan imposible como tocar las nubes.
Y no importa cuánto haya evitado caer por ella, porque con Olivia jamás tuvo otra opción.
Gi-Hun busca acabar con los Juegos, pero no sabe que In-Ho, el hombre tras la máscara, arriesga todo para protegerlo. Entre la tensión de los retos y las miradas, ambos se acercan peligrosamente, atrapados entre el deseo, los secretos y un sentimiento que podría destruirlos.