Siciliana
Soy una participante de la lucha entre lo bueno y lo malo. En un juego en que pierde el que flaquea y primero ellos que yo. Y cuando lanzan la pelota perder no es una opción. No me gustaba perder, aquí no tenía en cuenta mis valores o moralidad aquí lo que me importaban eran los objetivos.
Iba en contra de todas las normas, eso estaba implícito en mi naturaleza, en la vida hay una balanza que se puede inclinar hacia cualquiera de los dos lados, ya fuera de forma equitativa y homogénea o en cualquiera de los casos elegir el bando correcto. O eras un ángel o eras un demonio. Me habían llamado de las dos formas, había tenido muchos nombres y en otras ocasiones, me han llamado, oscuridad, tormenta, luz, ladrona, paz, diabla, pequeña, sirena, asesina, monstruo, diosa y en todas ellas tenían razón, no soy una sola cosa, soy todas en una sola mente y un solo cuerpo. El libre albedrío era maleable después de todo y esa era toda la base en este estúpido juego llamado vida.
El amor, la esperanza, la fe, la bondad, la templanza, la felicidad, la justicia, la fortaleza e incluso el perdón, eran apéndices muchas veces inútiles del alma. Que te infiltran demasiada moralidad en el corazón, que se interponen en medio del camino de tu esencia y tu deseo de malignidad.
No nací siendo mala, los sucesos de la vida me hicieron inclinar la balanza; ya saben que camino elegí. La vida misma se había encargado de destapar y poner en evidencia mi verdadero fuero interior, que me permitía ver toda la mierda de la humanidad. Por eso dormía con un ojo abierto y en mi mano izquierda empuñaba la pistola a punto de ser disparada. No me fiaba de nadie y muchos darían cualquier cosa por mi cabeza. Así que ten mucho cuidado al querer jugar conmigo, porque soy la parte filosa de la navaja y te puedes cortar.
Kim nunca pensó que mentir en su currículum la llevaría a una completa travesía con su joven jefe.
Nico nunca pensó que darle una oportunidad a Kim la convertiría en el amor de su vida.