Lo extraordinario, lo Inalcanzable... duele.

Las lágrimas aunque caigan uno, dos, tres... O mil no sirven para recuperar nada.
Nuestro encuentro en la vida debe recordarse como el principio de todo. El principio de tus males y de los míos.
Sirve aún de algo preguntar: ¿En qué momento dejé de ver y entender mi realidad? De preguntarte ¿cuándo nuestra amistad se desdibujó? ¿Qué día pasó? ¿Fue el momento en que te confesé mis sentimientos? ¿Por qué cuando nos dimos cuenta ya no existía un mínimo sentimiento de gratitud? ¿Por qué a pesar de que ya no hay nada, me encuentro mal al punto de querer morir? Yuu... ¿Podremos decirnos algún día por qué estamos destrozados?

Supongo que no...