Me encantas cada vez que extiendes esas alas.
Me encanta cada pluma que la forman, signo de Libertad.
Me encanta ver cómo las has construido, como si de un producto hecho por fascículos se tratase.
Me encanta ver cómo cuidas cada una de ellas porque ya aguantaste demasiado tiempo enjaulada.
Me encanta como susurras al miedo, como le susurras a las soledad, como dices SE ACABO.
Somos aves de paso, pero hija tú, dejas marca por cada lugar que presencias.
Ojalá supieras y fueras consciente de lo que transmites, das vida por donde pasas.
LIBRE, así me hiciste, me sacaste del nido y sin saber volar me dijiste: vuela, que nunca te encarcelen.
Y probablemente no sabes ni las consecuencias que conllevaban esas palabras porque, mamá, me hiciste imparable.
Cada vez que abro los ojos al despertar, miro al rededor y al no ver ni un solo barrote respiro hondo, sonrío y emprendo mi vuelo porque otro día más conseguí conservar mi Libertad.
Ahora, sigo mi camino, volando hacia cualquier cima, cuidando lo que me diste.
Ahora si quieren acompañarme en este camino, dejo que vuelen a mi lado pero quiero que sepas que no cambiarán nunca mi destino.
Ahora, solo me queda seguir batiendo mis alas y divisar desde lo más alto todas las jaulas que rompí, porque mamá, como ya te dije, me hiciste imparable.
Ahora que tú ya has encontrado tú cima, me toca a mí seguir en mi búsqueda pero que no se te olvide, que siempre que me encuentre cansada y perdida pararé a descansar bajo tus alas.
Ocho años.
Apenas contaba con ocho años cuando mis ojos inocentes se encontraron por primera vez con la sombra de la muerte.
A los once, fui testigo de cómo mis acciones desencadenaron ese oscuro e inevitable encuentro.
Desde ese fatídico día, la muerte y la culpa se aferraron a mí como sombras implacables, como guardianes silenciosos que caminaban a mi lado en este mundo asolado por el apocalipsis. Las memorias de mis padres, aunque ausentes en carne y hueso, se convirtieron en compañeras inquebrantables, proyectando su influencia y las lecciones que no pudieron enseñarme en las profundidades de mi existencia.
En este nuevo y despiadado mundo, el miedo no solo se ocultaba más allá de nuestras barricadas, sino también detrás de cada puerta cerrada y ventana tapiada. Los llamábamos "caminantes", criaturas impulsadas por un insaciable hambre de carne y sangre, pero la verdadera amenaza no se limitaba a ellos. Los propios seres humanos, en su búsqueda despiadada de supervivencia, rivalizaban con la crueldad de los no-muertos.
En este escenario despiadado, los errores eran lujos que no podíamos permitirnos. Un simple paso en falso podía desencadenar la destrucción de nuestro refugio, el exilio, la muerte o un sufrimiento inimaginable. La muerte en este mundo adoptaba dos formas: una agonía lenta e incontrolable, marcada por un mordisco o un rasguño, o una experiencia rápida y brutal.
Siendo apenas un niño, me enfrenté a una elección desgarradora: madurar y fortalecerme o sucumbir ante las crueles exigencias de este mundo implacable. La pregunta que atormentaba mi mente era si tendría la valentía y la fuerza para sobrevivir.
Así comienza mi relato, una historia de supervivencia en un mundo que ha perdido su humanidad. ¿Seré capaz de enfrentar los desafíos que este nuevo orden impone, o me sumiré en la oscuridad que amenaza con devorarme?
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⚠️Historia orientada a la serie The walking Dead, tiene cosas de esa serie⚠