Diecisiete años, esa era su edad. Lógicamente no era la primera vez que lo hacía, y nunca se había sentido culpable por ello. Ahora, no podía esconder para sí misma el hecho de que el nombre que se escurría entre sus labios, a la hora de alcanzar su cúspide, se encontraba inscripto entre los archivos de los más buscados. No era sorpresa, se había convertido en una insensata a consciencia en el preciso momento en que sus ojos abandonaron la espalda desnuda del joven, para posarse sobre una oscura prenda ondeando sobre una rama: la capa de Akatsuki. ||DeiIno||