Siempre fui firme a mi destino, siendo tratado como escoria en mi clan, la desgracia al no ser el heredero. Sólo era yo, un ninja asqueado que jamás pudo entender las razones del mundo, dejándose guiar por la corriente. Hasta que un día, ante mis ojos se paró lo que sería mi salvación, aunque yo lo repudiada. Era una chica, de cabello trenzado en dos largas coletas, con un rostro perfilado y piel aterciopelada. Mantenía su visita fija en sus pies, omitiendo nuestra presencia. Era palpable su creciente ego, creyéndose superior a nuestro grupo, ahora, su grupo. Detesté el hecho de su llegada, y ella parecía detestar mi presencia, como todo en la aldea. Su mirada vagaba por los alrededores, emitiendo gruñidos, y a pesar de las ganas de Guy-sensei en admitirla, sus intentos fueron despreciados por la misma. Era arrogante, despreciable, alguien que desconocía cual era su sitio, su destino. Y cuando le pregunté: "¿Por qué no tratas de encajar? " Ella respondió, con nulo interés: "Porque soy una genio, __ Harada es una genio"
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