Desde que viene la rosada Aurora hasta que el viejo Atlante esconde el día lloran mis ojos con igual porfía su claro sol, que otras montañas dora; y desde que del caos, adonde mora, sale la noche perezosa y fría, hasta que a Venus otra vez envía, vuelvo a llorar vuestro rigor, señora. Así que ni la noche me socorre, ni el día me sosiega y entretiene, ni hallo medio en extremos tan extraños. Mi vida va volando, el tiempo corre, y mientras mi esperanza con vos viene, callando pasan los ligeros años. Lope de Vega.