Casi 17 años de su vida desperdiciados, no era ella , no encajaba. De alguna forma sabía que no pertenecía a este mundo, pero siempre pensó que era problema de la adolescencia y sus hormonas alocadas.
Sin embargo su vida se vio un tanto trastocada cuando se enteró de la verdad, la cual le traerá muchos dolores de cabeza, aunque el principal tiene nombre pero no apellido, Claus, un dios griego, nunca mejor dicho, el culpable de que ahora tenga que empezar de cero, pero en un mundo mucho más difícil.
"Sería absurdo que nosotros, cosas finitas, tratáramos de determinar las cosas infinitas" Descartes.