Donde quiera que habite un corazón, hay necesidad de salvación. De libertad.
Esa libertad que te envía alguien celestial, o la que te da el (des)amor. Incluso esa fantástica libertad que se da uno a sí mismo o una a sí misma.
A veces viene de donde menos te la esperas, y es ahí donde reside la sorpresa y la magia de saberte sin jaula.
Liberarte.
De las opiniones, los miedos, las inseguridades, las cadenas, los prejuicios y todas las ideas no preconcebidas.
Salvarte.
De todos y de ti.
Eso hizo ella, liberarse y salvarse, de todos y de ella.
Salir de ese pequeño mundo no era fácil, pero una tarde nublada de noviembre puso su sien en una ventana por la que caían gotas que le brindaban reflejo y justo cuando un rayo de luz se instaló en sus ojos, recordó lo que había intentando no olvidar durante toda su vida. Las llaves de su vida estaban en alguno de esos cajones que no coloca por miedo al desorden y con ellas vendría el dominio absoluto de sus días.
Abrió puertas, tocó timbres y probó suerte en uno o seis portales.
Su ilusión se llamaba esperanza. Su miedo ya casi no la alcanza.
Porque le abrieron puertas, respondieron al timbre y más de seis portales fueron testigo de su suerte. Esa suerte que pudo acabar en desgracia. Suerte que acabó en amor.
Porque amor, al fin y al cabo, es salvación. Y estar a salvo es volar sin miedo a que las alas no resistan y el viento no amaine.
Amar, ser amada y estar a salvo.
Ser.
Libre.
In-ho x oc's. (FINALIZADA)
Una caprichosa que despierta los deseos más oscuros y profundos de un hombre, que sabe, que no debe tocarla porque es la hija de su jefe. ¿No es acaso fascinante?. Entra, lee, disfruta y sumérgete en ese juego de poder.