16 Partes Continúa Steve nunca se había sentido suficiente.
Demasiado pequeño. Demasiado enfermo. Demasiado omega.
Demasiado dispuesto a morir por un mundo que parecía negarle el derecho a vivir en él.
"Eres terco," le decía Bucky, "pero tu corazón es el más fuerte de todos."
No lo creía, claro. Hasta que lo vio por primera vez.
Tony Stark no era como los otros alfas. No olía a dominancia, ni se movía como si le debieran el mundo. Vestía como si quisiera escapar de sí mismo. Sonreía como si no esperara que alguien le devolviera el gesto.
Y cuando lo miró, realmente lo miró, Steve sintió que una parte de él -tan protegida, tan escondida- se encendía.
Tony lo miró también. Y no vio debilidad.
Vio fuego.
-Tú eres Rogers, ¿no? El del sentido de justicia ridículamente suicida. -La voz de Tony tenía un filo burlón, pero sus ojos eran cálidos-. Dicen que no sabes cuándo rendirte.
Steve levantó la barbilla, más por costumbre que por orgullo.
-¿Y tú eres Stark? El genio que piensa que todo se puede arreglar con una máquina.