- ¡Ya, bájame! - Grité con todas mis fuerzas mientras lograba darle golpes en la espalda. - Shhh. - Me bajó con cuidado y cuando pude sentir el piso rápidamente colocó las manos en sus oídos. - ¿Por qué eres tan ruidosa? - ¿Y tú porque eres tan idiota y loco? - Contraataqué con el ceño fruncido mientras posicionaba mis brazos en forma de jarra. - Si no hubieran personas locas el mundo sería aburrido, mi lady. - Sonrió de forma burlona.