Una trágica noche en la Atalaya de la Liga de la Justicia, marcó el fututo incierto de Jon Kent y del resto del mundo; Batman se había hecho con el poder y con la ayuda de su heredero, Damian Wayne, lo había destruido todo. Damian por su parte, no estaba dispuesto a deshacerse de Jon, lo quería solo para él, en cuerpo y alma.
«Desde el cielo todo cambiaba de perspectiva, aquello ya no era lo que una vez conoció, de la misma forma que ese chico al que llevaba entre sus brazos ya no era el mismo de antes, y como el resto de culpables, debería ser destruido. Fue un pensamiento bastante familiar para él, el deseo de simplemente soltarle y que Damian cayera entre las nubes para desaparecer como todo lo bueno que una vez tuvo en su vida, pero de la misma forma que apareció, ese pensamiento se desvaneció. Aún había un motivo por el que seguir aguatando toda esa situación, o al menos esa esperanza era a lo que Jon se aferraba.»
En el complejo mundo de los héroes, donde la valentía y el sacrificio son moneda corriente, también hay espacio para las emociones humanas más profundas. Dick Grayson, el primer Robin, y Jason Todd, el segundo en portar el manto, compartieron un vínculo más allá de la hermandad que los unía como pupilos de Batman. En secreto, habían cultivado una relación amorosa que decidieron mantener lejos de los reflectores del peligroso entorno en el que vivían.
Sin embargo, su historia se vio truncada trágicamente cuando Jason perdió la vida a manos del Joker, dejando a Dick con un vacío que ni el paso de los años pudo llenar del todo. Cuatro años después de aquella devastadora pérdida, Dick encontró consuelo y un renovado propósito en Wally West, su viejo amigo y compañero en los Titanes. Lo que comenzó como apoyo mutuo se transformó en amor, y hoy ambos se encuentran comprometidos, listos para construir una vida juntos.
Esta es una historia de amor, pérdida y segundas oportunidades en un mundo donde cada decisión puede cambiarlo todo.