Mis ojos se abrieron con pesadez, he inmediatamente se enfocaron en el despertador -Las dos de la madrugada- susurré, en el intento de no despertar a quien descansaba a mi lado. Lentamente rote mi cuerpo hacia su dirección, exclusivamente para permitirme el privilegio de besar su rostro. -¿Sabes? Sigues siendo tan apuesto como cuando seguías con vida.- Jadeando y cubierto de una fina capa de sudor, desperté. ¿En dónde hallar una presencia humana que me calme? Nadie nunca pudo, ni amigos ni amantes. Sólo fantasmas que he amado en secreto hasta pulverizar mi conciencia y mi memoria.
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