── Vamos a m-morir. ──dijo la pelinegra.
── Tranquila, estás a salvo conmigo. ──intentó calmarla, pero la pelinegra negó fervientemente mientras comenzaba a llorar. El mafioso comenzaba a perder la paciencia, necesitaba a la chica centrada, iba a sacarla de allí, pero no era fácil si se mantenía pegada a su cuerpo impidiéndole moverse. ──Mírame. ──exigió e Isabella conectó sus miradas. ──Nada va a pasarte, no voy a permitirlo, vamos a salir de aquí como si nada hubiese pasado. Quiero que te olvides de lo que está sucediendo allá bajo y te concentres en mí, sigue todo las órdenes que te dé y cuando lleguemos a casa podrás golpearme todo lo que quieras. ¿Entendido? ──la menor asintió. ──Vamos.
Aaron tomó la mano de su esposa y corrió hacia el balcón, estaban en el segundo piso por lo que saltar no era una buena idea, miró a su alrededor buscando algo que pudiera ayudarlos, su mente estaba maquinando en una posible solución cuando el sonido de los coches patrullas llegando al lugar le alteraron más. De pronto hubo una explosión en la habitación en la que habían estado hacía unos segundos, el pelirrojo sabía que detrás de esa vendrían muchas más, ambos corrían peligro por lo que el empresario dejó a un lado las posibles consecuencias que vendrían después de lo que tenía pensado hacer y saltó.
Isabella vio su vida pasar en ese momento y pensó que no le importaba morir al lado de su esposo.
Kim nunca pensó que mentir en su currículum la llevaría a una completa travesía con su joven jefe.
Nico nunca pensó que darle una oportunidad a Kim la convertiría en el amor de su vida.