Siglo XXI, el mío. Siglo XVIII, el tuyo. Viajé en el tiempo, te conocí, nos enamoramos profundamente y , finalmente, nos separamos con gran pesar. Casualidad o destino, eso ya no importa. Nuestro destino estaba escrito en el momento en el que nuestras miradas se cruzaron fugazmente. Tú, un joven pintor de familia rica, yo una simple desconocida. Hoy, han pasado ya seis semanas desde que nos separamos. Y de repente, él. Ha entrado en mi solitaria vida, y es que se parece tanto a ti tus mismos ojos, tu misma sonrisa, tu mismo pelo revoltoso. Por eso te pido que me dejes partir, que tu sombra deje de acecharme cada minuto de mi existencia. Pero, pase lo que pase, nunca te olvidaré. No olvidaré nunca que una vez te quise. ¿Será este nuestro adiós?