Azul. Todo su cabello era azul. Desde su mirada hasta el último mechón de su cabello, todo era azul, azul y más azul. Kaya y Ciel eran polos apuestos. Ella era fría por ley general, no le agradaban las personas y siempre evitaba al mundo. Él era cálido, se esforzaba por agradarle a quiénes lo rodeaban y tendía a una naturaleza amable. Las únicas dos cosas que tenían en común era que ninguno era conocido por el color natural de su cabello y que siempre estaban solos. A ella le agradaba, a él le atormentaba. Y aunque a ambos les incomodaba la regla de los opuestos que se atraían, sabían que enfrentarse a la vida era más fácil cuando alguien cubría tus espaldas.