Escribir un libro no es un acto ligero. Es abrir el corazón, desnudar el alma y dejar huellas que otros podrán seguir. Este libro no nació de una vida perfecta ni de momentos fáciles; nació de heridas que dolieron, de lágrimas que ardieron y de silencios que parecían interminables.
En algún momento, me encontré en un lugar oscuro donde parecía que nada tenía sentido. Tal vez tú también has estado ahí: en ese espacio donde las preguntas sobran y las respuestas faltan, donde los días se vuelven pesados y las noches interminables. Yo sé lo que es sentir que no hay fuerzas, que no hay salida, que la vida pesa más de lo que se puede cargar.
Pero también aprendí algo: la oscuridad nunca tiene la última palabra. Siempre hay un amanecer después de la noche más larga, siempre hay un renacer después de la pérdida, siempre hay un propósito detrás del dolor. Este libro es una invitación a descubrirlo juntos.
No lo escribo como alguien que tiene todas las respuestas, sino como alguien que sigue en el camino. Como alguien que aprendió que la fe puede sostener cuando las fuerzas fallan, que la esperanza es un ancla en medio de la tormenta, y que el amor propio es un acto de valentía que puede transformar vidas.
Quiero que leas estas páginas como si fueran una conversación íntima. Como si estuviéramos frente a frente, compartiendo historias, reflexiones y sueños. No importa cuál sea tu situación hoy: este libro quiere recordarte que dentro de ti hay fuerza, que aún tienes motivos para creer, y que lo mejor de tu vida todavía está por escribirse.
Así que abre tu corazón, permite que estas palabras lleguen hasta donde nadie más ha llegado, y comienza conmigo este viaje de sanidad, fe y superación.