Una noche, Marta se despierta en el campo. No sabe dónde está, ni quién, cómo y por qué la han enviado allí. Sólo sabe que está en un claro, tiene una manta y una cantimplora vacía, y no está sola. Luego está Nacho, justo después de aquella pelea se quedó dormido del cansancio, y ahora está en esa especie de selva. Está cabreado por sentirse impotente y desorientado, por no saber qué demonios hace allí. Pero ahí hay alguien que quizá pueda darle una respuesta. Sí, la conoce. "- Ey, no llores- susurro. - Es que...- apenas puede hablar por el llanto- yo... - Shhh, tranquila, te entiendo- de repente toda la distancia que había entre nosotros desaparece, como si nunca hubiera existido.