Sus encuentros eran adrenalina pura, lleno de la constante tensión y excitación del momento de que cualquiera pudiera encontrarlos, era una adicción que se volvía insoportable cuando debían estar en la misma habitación, rodeados de otras personas, ajenas a las miradas intensas y las sonrisas burlonas. Era un juego perverso del gato y el ratón, que inició en medio de la guerra y no se había detenido desde entonces. Dos poderosos shinobis que usaban sus habilidades para un fin más privado e interesante. Pasen y lean, esta serie de pequeños drabbles, mostrando otro lado de esta singular pareja.