Ver su rostro me causaba el más puro placer, su sonrisa era semejante a los destellos de luz y en sus ojos podría reflejar mi vida entera. No sabía en qué momento, no tenía idea del porqué pero era mío. Él era todo lo que alguien podría pedirle a la vida, un lindo rostro con un cuerpo envidiable; comprensión, confianza, empatía y sobre todo amor; sus modales iban a la perfección con sus facciones tan bajadas del cielo.
Jamás había el más mínimo disgusto, simplemente él y yo estábamos destinados a ser y a estar, a ser almas gemelas. Me ama de una manera en la que ni yo sé amarme.
Ese era mi Amneris, haciendo mi vida menos patética, siempre.
Entonces ahí estaba él, siendo tan tímido con las chicas y como todo un rebelde frente a sus amigos, lleno de inseguridades y miedos, tratando de librarse día a día de esa gran sombra que conlleva pero sin perder el gran toque que lo caracteriza, así es Emnesto.
Siempre tuve todo con Amneris pero nunca pude mantener mi mente en orden cuando Emnesto estaba a mi paso.
Un verdadero contraste, cautivador y tentativo; así son los hermanos Bianchi.
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca.
-¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen.
-Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a este lugar! ¡Tú no eres una humana normal! -grita un guardia sin dejar de perseguirme...
-¡No! Yo pertenezco a mi ciudad, con mis padres... -cuando estoy por llegar a la salida veo a dos chicos.
Practicando con espadas...
-¡Sky! ¡Atrápala! -grita Rick...
Uno de los chicos desvía su mirada y nuestros ojos se conectan
Sus ojos dorados me miran fijamente...
Revolotea despreocupado su cabello rubio, pero luego...
Se da cuenta de lo que sucede y me apunta con su espada
Yo me detengo inmediatamente...